septiembre 26, 2010

Cooperación de Estados Unidos


El tema del narcotráfico  es el principal desafío a la seguridad nacional en México.  Esto se debe no sólo a coyunturas nacionales, sino también a la relación con Estados Unidos: el principal país consumidor de drogas, principal potencia mundial, mayor economía del mundo y donde se quedan la mayor parte de los recursos provenientes del narcotráfico; una potencia que ha reemplazado el desafío comunista por el de la guerra contra el narcotráfico y donde, pese a todas las evidencias, suelen seguir viéndolo como una agresión externa, no como un problema de su propia sociedad.
La cooperación, bilateral y multilateral, es indispensable para combatir eficazmente el cultivo, la producción, el tráfico y el consumo de drogas. México y Estados Unidos están trabajando conjuntamente para reducir la demanda ilícita de drogas a través de programas  para que la gente tome conciencia y reciba educación pública, de prevención, tratamiento, investigación y capacitación. Adicionalmente, ambos países están cooperando para detener el tráfico de drogas, el lavado de dinero, la desviación de precursores químicos y productos químicos esenciales y el tráfico ilícito de armas.
Ya hemos revisado algunas de las acciones conjuntas que estos gobiernos han llevado han cabo con el fin de desmantelar redes de narcotraficantes.
México y Estados Unidos tienen una visión común respecto al problema de las drogas. Ambos países comparten la idea de que es necesario enfrentar simultáneamente el problema desde un enfoque integral que incorpore políticas dirigidas tanto a la reducción de la demanda, como a la oferta de drogas ilícitas. No es posible para México y Estados Unidos enfrentar el problema de las drogas desde una perspectiva individual. Por lo tanto, se hace imperativa la conservación y el fortalecimiento de los mecanismos cooperativos entre los dos países.
El logro más importante ha sido el desarrollo de una alianza antidrogas fuerte y vigorosa que se ha creado a partir de una perspectiva común acerca de las amenazas que ha impuesto el problema a ambos países, así como de un firme acuerdo acerca de los retos que se plantean a futuro.
Se reconoce que el problema de las drogas no es una guerra a ganar. Es más bien un problema de naturaleza compleja y de largo plazo que requerirá necesariamente de la activa participación y apoyo de nuestras sociedades.  Dentro de lo positivo que se puede rescatar de esta situación es que ambos países se están dando cuenta de que se trata de un problema muy grande y que está perjudicando a ambos, así como que la seguridad nacional está en graves problemas, ya que la tranquilidad de las sociedades está puesta en tela de juicio a diario

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